Afilado
Saborear ostras es una tradición de larga data en la isla de Santa Catarina. El hallazgo de restos de conchas en un vertedero demuestra que mucho antes de la era de Cristo ya se consumía aquí este molusco. Además de complacer el paladar del hombre blanco, los indios Carijó también eran grandes amantes de este manjar. Existen testimonios de sacerdotes jesuitas que prueban que los indígenas consumían una cantidad considerable de pescados y mariscos en su dieta diaria. Fueron muchos los que certificaron que las ostras son cosa de islas.
Este saludable hábito se remonta a siglos y aún está presente entre los habitantes y visitantes de Florianópolis. Llegar a la etapa actual de producción no fue fácil. La pequeña producción de ostras nativas no cubría la escala de demanda para comercializar el producto. Sólo con la llegada de las ostras del Pacífico a Brasil, a mediados de la década de 1970, el cultivo de ostras comenzó a tener importancia comercial.